Que he aprendido hoy? What I learnt today?

 


El origen de la Mejora continua – y la palabra japonesa Kaizen




Una de las creencias globales más importantes que podemos adoptar es la de que para tener éxito y ser felices tenemos que estar mejorando constantemente la calidad de nuestras vidas, creciendo y expandiéndonos constantemente.

Los japoneses crearon una palabra que significa literalmente, «mejora continua», esa palabra es kaizen, y la usan con mucha frecuencia en su idioma. A menudo hablan del kaizen de su déficit comercial, el kaizen de la cadena de producción, el kaizen de sus relaciones personales. Como consecuencia de ello, siempre están buscando cómo mejorar. El kaizen se basa en el principio de la mejora gradual, de mejoras sencillas. Pero los japoneses han comprendido que los pequeños pasos, hechos diariamente, empiezan a crear incrementos compuestos a un nivel que la gente jamás se atrevería a soñar.

Por extraño que parezca, en ningún idioma tenemos un equivalente para la palabra Kaizen. Dicha palabra es una manera de vivir que se ha convertido en parte de la cultura de ese país.

Lo conozco de buen grado porque he visitado bastante Japón y principalmente porque me dedico de manera profesional a la mejora continua de empresas y áreas de negocio. Pienso que constituye una manera de pensar y actuar de inigualable valor también a nivel personal. 

Cread ahora vuestro compromiso con la mejora continua, con el progreso permanente de la calidad de vuestras vida, eso es lo que os mantendrá felices y os ayudará a alcanzar vuestras metas!

Os dejo con un artículo de un autor americano donde se explica el origen de la mejora continua (kaizen) y el impacto en la economía japonesa de la postguerra

Y nunca te olvides, “Disfruta cada minuto, de cada hora, de cada día, del resto de tu vida

 




 

…..“En 1950, el doctor W. Edwards Deming, famoso experto americano en control de calidad fue llevado a Japón por el general americano MacArthur, que se sentía frustrado con la base industrial japonesa, arrasada tras la segunda guerra mundial, que ni siquiera le permitía la posibilidad de terminar una simple conversación telefónica. A petición de la Unión de Científicos e Ingenieros Japoneses, Deming empezó a entrenarles en sus principios de control total de calidad.

Al enterarse de esto, ¿piensa usted inmediatamente en el control de la calidad de un producto físico? Nada más lejos de la realidad. Deming enseñó a los japoneses catorce principios y una creencia básica esencial que se han constituido en el fundamento de toda gran Corporación multinacional japonesa hasta nuestros días.

La creencia esencial es, sencillamente, la siguiente: un compromiso constante, ilimitado, para aumentar permanentemente la calidad de sus productos en cada uno de los aspectos de su negocio, y en cada día de trabajo, les daría el poder para dominar los mercados mundiales. Deming enseñó que la calidad no era simplemente una cuestión de alcanzar un cierto nivel, sino más bien un proceso vivo, que casi respira por sí mismo, de mejora ilimitada. Si los japoneses vivían de acuerdo con los principios que él enseñaba, les prometió que al cabo de una ó dos décadas se convertirían en una de las potencias económicas dominantes en todo el mundo.

Muchos pensaron que las afirmaciones de Deming eran una locura. Pero los japoneses se lo tomaron muy en serio y en la actualidad se le reverencia como el padre del «milagro japonés». De hecho, el mejor honor anual que puede recibir una compañía japonesa desde 1950 es el Premio Nacional Deming, que se entrega por televisión como reconocimiento a la compañía que representa el más alto nivel de aumentos en la calidad de sus productos,s ervicio, gestión y apoyo laboral en todo Japón.

En 1938, la Ford Motor Company contrató al señor Deming para que realizara una serie de seminarios de dirección. Uno de los que asistieron fue Donald Petersen, que más tarde llegaría a ser presidente de la Ford y que puso en práctica los principios de Deming en toda la compañía. Petersen decidió: «Necesitamos a este hombre para darle la vuelta a la compañía». Por aquel entonces, la Ford perdía miles de millones de dólares al año. Una vez que se contrató a Deming, cambió la tradicional creencia occidental de « ¿Cómo podemos incrementar nuestro volumen y reducir nuestros costos ?», a « ¿Cómo podemos aumentar la calidad de lo que estamos haciendo, y hacerlo de tal modo que la calidad no nos cueste más a largo plazo?». La Ford reorganizó todo su enfoque para convenir el tema de la calidad en la prioridad máxima (lo que se reflejó en su eslogan propagandístico: «La calidad es nuestro primer trabajo»), y al poner en práctica los sistemas de Deming en apenas tres años pasó de un déficit anual en continuo crecimiento a ocupar la posición dominante en la industria, con seis mil millones de dólares de beneficios.

¿Cómo lo hicieron? Descubrieron que la percepción de los estadounidenses acerca de la calidad japonesa, aunque frustrante, tenía mucho que enseñarles. Por ejemplo, Ford contrató a una compañía japonesa para que fabricara la mitad de las transmisiones de uno de sus coches, con objeto de aumentar el volumen de fabricación. A lo largo de ese proceso,descubrieron que los consumidores estadounidenses estaban pidiendo la transmisión japonesa.

De hecho, estaban dispuestos a ser incluidos en una lista de espera, e incluso a pagar más por esos coches. Eso inquietó a muchos de los miembros del equipo ejecutivo de la Ford, cuya primera reacción fue decir: «Bueno, se trata simplemente de una falsa creencia por parte de la gente en nuestra cultura; están condicionados para responder de ese modo».

Pero entonces se comprobaron las transmisiones, bajo la supervisión de Deming, y descubrieron que, en efecto, las transmisiones de la Ford eran más ruidosas, se estropeaban con mayor frecuencia y se devolvían con mayor frecuencia que la transmisión japonesa, que no planteaba prácticamente ningún problema, ni vibraciones, ni sonidos. Deming enseñó a los miembros del equipo Ford que la calidad siempre cuesta menos. Eso era exactamente lo opuesto a lo que creía la mayoría de la gente, según la cual sólo se alcanzan ciertos niveles de calidad después de que los costes se hayan escapado de las manos. Cuando los expertos desmenuzaron las transmisiones de la Ford y midieron todos los componentes, descubrieron que todos ellos cumplían las especificaciones impuestas por el manual de la Ford, las mismas que se habían enviado a los japoneses. Pero cuando midieron las transmisiones japonesas no encontraron virtualmente ninguna diferencia entre ellas. De hecho, tuvieron que llevarlas a un laboratorio y medirlas con microscopio para detectar diferencias.

¿Por qué la empresa japonesa se había impuesto a sí misma un nivel de calidad más alto del exigido por su contrato? Porque estaban convencidos de que la calidad cuesta menos, de que si creaban un producto de calidad no sólo habrían dejado satisfecho al cliente, sino que también se habrían ganado de lealtad, y que éste estaría incluso dispuesto a esperar en una lista y a pagar más por su producto. Funcionaban a partir de la misma creencia esencial que los impulsó hasta una de las más altas posiciones del mercado en el mundo: un compromiso por mejorar ilimitadamente y un aumento constante de la calidad de vida de sus clientes.
 
Una de las creencias tóxicas que quizás estén destruyendo nuestra fortaleza económica como nación es lo que Deming denomina «dirigir por los números visibles», la creencia convencional de las grandes corporaciones de que se logran beneficios recortando los costes e incrementando los ingresos. Un notable ejemplo de ello se produjo cuando Lynn Townsend se hizo cargo de la Chrysler, durante uno de los grandes descensos de ventas de la industria.

Townsend intentó enseguida incrementar los ingresos, pero lo más importante fue que redujo los costes. ¿Cómo? Despidió a las dos terceras partes del personal de ingeniería. A corto plazo todo parecía indicar que había tomado la decisión correcta. Los beneficios se dispararon y fue aclamado como un héroe. Pero al cabo de pocos años la Chrysler volvió a encontrarse con problemas financieros. ¿Qué había ocurrido? Bueno no se trataba de ningún factor único, pero lo cierto es que las decisiones tomadas por Townsend podían haber estado destruyendo la base de calidad de la que dependía el éxito de la compañía. Sucede a menudo que las personas que más daño hacen a nuestras compañías son recompensadas porque producen resultados a corto plazo. A veces, tratamos los síntomas de un problema al mismo tiempo que alimentamos su causa. Tenemos que llevar cuidado acerca de cómo interpretamos los resultados. En contraste, uno de los factores más importantes para darle la vuelta a la situación de la Ford Motor Company fue su equipo de diseño, que presentó un nuevo coche llamado Taurus. La calidad de ese coche estableció un nuevo nivel de calidad para la Ford, y los consumidores lo compraron en grandes cantidades”